Punto de encuentro para todos los que quieran contar historias, opiniones, vivencias... Mandad vuestros escritos al correo de contacto con vuestro nombre y apellidos o participad en los comentarios. Aquí encontraréis también fuentes de información, herramientas muy útiles para estar al día, conocer lo que nos rodea y construir opinión crítica.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Otro año más el toro de Tordesillas: ¿tradición o barbarie?

Por José A. Urbano, 
de 4ºB 

He investigado sobre una tradición que desconocía, el toro de la Vega, en Tordesillas, para hacer un trabajo de Lengua. Me he dado cuenta de la barbarie que se comete por esta época anualmente en Tordesillas. Lo que hacen en esta fiesta, de la que no sé cómo pueden estar orgullosos, es lancear a un toro indefenso y asustado, que huye de los lanceros como puede. Matándolo lentamente y castrándolo antes de que exhale su último aliento. A toda mi familia le gusta la tradición de las corridas de toros (excepto a mis padres), porque es un “combate” más o menos equitativo, uno contra uno. A veces el toro mata o hiere al torero o quizás hasta le perdonan la vida. El torero y el toro muestran su destreza y valentía. Pero en el caso del toro de la Vega no hay nada de equitativo en que una turba de gente mate a lanzazos a un toro que no ofrece ninguna resistencia. Y luego como dice Arturo Pérez Reverte : …. que el Aquiles de la jornada, o sea, el cenutrio que le metió el primer lanzazo, alardee, como el año pasado, de que «el toro estaba a la defensiva y se escondía en los arbustos, así que era difícil alancearlo»… Y yo, como él, pienso que decir esto es un sarcasmo, una barbaridad y una canallada. En conclusión, esto podría haber sido tradición en la Edad Media, cuando la mayoría de la gente no tenía muchas luces, pero hoy en día es una salvajada y no merece el calificativo de tradición. Deberían de abolirla o modernizarla quitando el sufrimiento del toro y hacer una fiesta donde el toro sea el protagonista, pero no tenga que sufrir una muerte lenta y agónica. 


Nota del profe: El artículo citado de Pérez Reverte se publicó en El País Semanal, el 25 de mayo del año 2003. Pero sigue teniendo la misma actualidad que entonces. Podéis leerlo aquí.