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jueves, 5 de noviembre de 2009

Aburrimiento + ganas.

Por César Rodríguez. BC2

Se puede escribir sobre secretos a voces, en los que haces que personas más o menos valoradas, según preguntes, sangren por los costados (el próximo en caer habría sido aquel que habla en primera persona). También puede hacerse sobre un chiste nacido en lo serio, o en lo que quiso ser serio; cosa fácil, se tardan a penas unos minutos, y se pasa bien. Se pueden preparar juegos, basados en historias fantásticas, de una mitología considerada original, pero tan plagiada como todas las que hablan de orcos, krakens, centauros o ninfas. Puede intentarse un poema, incluso sabiendo que no se vale para ello, mas por intentarlo, que no quede (¿he dicho mas?). Uno puede, asimismo, hacerse el estupendísimo hablando y hablando (escribiendo y escribiendo) de cosas que los demás no hablan, no por no poder, sino por carencia de interés (puedo decir “falta”, pero soy estupendísimo). Y en todo ello no ha de olvidarse abusar del paréntesis.
Se puede llegar a un punto en el que no se sabe de qué escribir, aun teniendo ideas que plasmar en un papel del tamaño de una pantalla de ordenador, y hasta el infinito. Y aun así, sabes que algo quieres escribir, porque uno es estupendísimo (escribir, estupendísimo, uno).
De modo que se coge la pluma del siglo XXI, con forma de teclado, y se comienza a dar golpes hasta que salga algo que haga, a quien lo haga, sentir tal cantidad de orgullo de sí mismo que sea capaz de enseñárselo a todos aquellos que se sabe tendrán la mejor crítica del mundo (no por buena, sino por buena). Y crúzate tú con una mala, que reunirás el valor necesario de ser tan gallo de abolirla a palos (los mismos de los que nació tu obra maestra), o, si nos ponemos extremistas, dar la razón sin saber por qué, hipócrita de ti. Ha de pensarse que algo se aprende siempre, y si no, no escribas, carahuevo.
Al final acaba resultando que lo mejor es no escribir, no hablar, hacer nada, si es posible. Pero no decir que no se escriba, no se hable, o se haga nada; así solo pueden hablar los realmente estupendísimos, y a eso aún, no aspiro a llegar. Y como dijo un sabio donde los haya, cuando veas a alguien leyendo, pégale un tiro, y cuando esté en el suelo, le preguntas qué leía.
Guiños varios, con sus debidos nombres (que no falte Cratilo).
Fin.

El arte plástico de Juan Carlos Mestre



Nuestros charlatanes - algunos - estuvieron en el encuentro con Mestre, el pasado día 21 en el cortijo Miraflores, y al final del acto se acercaron a pedirle un autógrafo. El poeta-músico-pintor les dio algo más que un autógrafo: esta maravilla de medias lunas.

Enhorabuena a todos los que aprovecharon la ocasión de disfrutar de una velada de magia.

Dos tiradas.

Por Clara Zulema.
ESO3A

I

Necesito más tiempo
Para construir a mi inopia
una placentera cárcel.

Con sólo dos limitaciones:
Que no encarne nada viejo
y que en sus muros diáfanos
se hallen pistas que la secunden en su fuga.

II

Rendido ese abucheo que me acosa
ante mi palabra áspera.
(más pausado a la derecha
y más sólido a la izquierda)

Sabiendo no saber fingir
un ahogo soberbio
el exiguo náufrago
con pánico al líquido
se encoge
distanciado del agua
y perece en su sed.