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lunes, 19 de enero de 2009

Mujeres.

Realizado por
César Rodríguez García (BC1)

Mujer I.
De perfil viperino y esencia demoníaca. Nadie lleva consigo, sino tú, el más grande mal de la humanidad. Portadora del caos, error en la creación, merecedora de estigmas, víbora, mala pécora, súcubo. La necesidad ha habido de crear calificativos peyorativos y denigrantes conforme tu paso, tal como el del caballo de Atila, destruía la tierra e impedía el crecimiento de la vida. Destructiva, apariencia de víctima usas para ensombrecer el bien y exaltar el rencor de tu corazón. Tomas, con desprecio, las almas ajenas, manipulándolas cual títeres en tu funesto plan de conquista, inspirado por nadie sabe qué siervo de Luzbel. Tú, odiosa, vengativa, apocalíptica, propagadora de pestes, reclamas tu superioridad ante un mundo que, contra tus palabras, tú misma has tenido siempre esclavizado. Y la culpa, será mía.


Mujer II.
La luz que emana de tu piel, tejida por querubines, sobrecoge y mece mi espíritu, llevándolo a un sopor que desearía no abandonar jamás. El sufrimiento se desvanece, perdiendo incluso su cualidad de recuerdo con tu presencia. Y todo mal pensamiento abandona mi mente, dejando solo lo que mis ojos pueden interpretar de ti misma, que ya de por sí me encamina a la perfección, de la que tú eres soberana. Creadora, sanadora, bienhechora, profetisa de la justicia y el paraíso, mandada, como Juana de Arco, para alimentar nuestra esperanza. Posees en tu interior la misma bondad, propia en las divinidades, de aquella chiquilla que ignorando el mal de su rededor limpió la faz del que lo necesitaba. La magnificencia que tu cuerpo inspira acaba con todo lo que puedo odiar en la existencia. Mientras puedas.

Conclusión.
Es curioso que puedan ser la misma persona, y suele ocurrir además con inquietante y preocupante frecuencia. Una de las cosas que, a pesar de mi corta existencia, he podido comprobar es que el sexo femenino puede producir la mayor de las felicidades y la más terrible de las desgracias. Pueden ser, en un día, causa y a la vez solución de todos los problemas que puedan acontecer. Y ésta reflexión es de una originalidad mucho menor que la de escribir un romance de vampiros adolescentes, ya que ni soy el primero (menuda lista) ni el último en pensar de todo (bueno y malo) sobre éste sexo. Sólo he querido dar una opinión sobre esto que, por absurdo, estúpido, tonto, banal, sin sentido o carente de importancia que pueda considerarse, me ha hecho pensar tanto, y tantas veces.

9 comentarios:

  1. No es ni absurdo, ni banal ni estúpido eso que has escrito y que piensas. ¡Y no sólo las mujeres somos capaces de dar una imagen de día y otra completamente diferente de noche! Se aplica a todos los seres humanos que, dependiendo de los intereses, estado de ánimo y miles y miles de factores más, somos buenos casi santos o malos casi demonios.
    Pero eso es lo que hace interesante a las personas, el sufrimiento por amor es un tema duro, eh? Pero bueno, toda tragedia, al fin y al cabo, es preciosa.

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  2. Muchas gracias al Hada de los tiempos por este detalle. Nos da ánimo para seguir navegando por estos mares de internet... Un beso al hada.

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  3. No tiene porque ser banal, ni absurdo, es más, a veces, las mejores ideas nacen de la tonteria más grande...
    Aunque he de decir que las mujeres no somos las únicas capaces de provocar placer o dolor, dependiendo del día. Que ha veces entenderos a vosotros tambien manda huevos xDDD

    NME gustó el texto, mola *-*

    ave, Cesar!

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  4. Nunca he creido en los sexos. Siempre he creido en las personas. A lo largo de mi vida me he encontrado con hombres y mujeres temibles, hombres y mujeres modélicos, hombres y mujeres cambiantes, hombres y mujeres excelsos, hombres y mujeres fantásticos... Nunca tuvieron que ver en su comportamiento la condición sexual de cada uno, o quizá, fui yo el que n o vio su sexo y sólo contempló, charló, vivió, disfrutó o padeció a la persona que tenía delante...

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  5. Yo también estoy de acuerdo con Israel. He oído decir en alguna ocasión a personas a las que aprecio y estimo por su cultura y su sensibilidad, que el mundo hubiera sido muy distinto de haber sido gobernado por mujeres... No lo creo. De hecho, no creo que el mundo no haya sido gobernado por mujeres, porque detrás (o al lado) de cada gobernante siempre ha habido una mujer. ¿O no? La maldad o la bondad no tiene nada que ver con el sexo; el bien y el mal está en el alma que llevamos todos, hombres y mujeres, niños y ancianos, y que vive en alguna parte ignota de nuestro interior.

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  6. Siento discrepar. Desde mi humilde punto de vista, la simpleza de los varones impide que llegue a los mismos extremos que, en general, llegan las féminas.

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  7. Cristina Rodríguez Alcalá
    César me ha gustado mucho,aunque discrepo en algunas cosas.No considero que las mujeres seamos cambiantes.Creo que si lo fuésemos para nosotras sería bastante difícil comprendernos.Para mí lo que cambian son tus sentimientos hacia esa mujer.Puede que a lo mejor en un tiempo, ella haya sido lo más importante para tí, y de repente todo se acabó,pero eso no quiere decir que sus sentimientos sean de maldad como describes a la primera mujer I.Además los hombres a veces haceís que nosotras sintamos lo mismo hacia vosotros.Para mí todo depende desde el punto de vista donde lo mires. Y no es nada tonto lo que has escrito sólo has expresado un sentimiento que a muchíma gente le ocurre.

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  8. En contestación a Cristina:
    Gracias por tu opinión, es un gran alago, pero lo que yo pienso no es solo de lo que he vivido yo mismo (y no solo una, mas de una, y en distintos ámbitos (no sólo el que creo habéis interpretado la mayoría), y probablemente ninguna de ellas sea nadie en quien podáis pensar (quienes hayan pensado). Hay cada personaje...
    Y a lo de "todo se acabó", muchas veces lo peor es cuando no se acaba y quieres terminarlo tú mismo... y sin embargo por ahí andan aún.

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  9. "No hay nada más atrozmente cruel que una niña [que una mujer] adorada", escribió Nabokov. Pues algo así. A fin de cuentas, ella fue el único ser que consiguió salir del Paraíso (Adán, ese terrón de barro mal soplado, no cuenta). Se nota.

    En otro orden de cosas, "allí donde la seriedad te abandona, allí está el límite de tu entusiasmo" (Friedrich Hölderlin, "Hiperión o el eremita en Grecia")

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