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lunes, 1 de diciembre de 2008

En esa casa faltaban muchas cosas (fragmento)

Escrito por Nalen Quijano (BH2ºC)

En esa casa faltaban muchas cosas: faltaban libros, la tapa del váter, la televisión, comida... No tenía hambre pero, abrí la nevera y pude comprobar por mi misma que no había ni un triste limón podrido. Sólo quedaba la botella de Ballantines, tal y como predije anteriormente. Busqué en el mueble de la despensa y en la alacena y, lo único que encontré fue una caja de cereales caducados. Todo era un auténtico desastre, pero a mi me importaba más bien poco.

El baño era lo último que me quedaba por explorar. Las fotos que habían pegadas en el espejo era un asunto que me despertaba una tremenda curiosidad. Era un aseo pequeño, con un plato de ducha y su correspondiente mampara, un váter sin tapa que, a saber lo que habría hecho aquel tío con ella; y un lavabo con un mueblecito blanco debajo de éste. Me agaché y abrí las hojas. A simple vista sólo veía en su interior rollos de papel higiénico y diversos botes de champú y gel de ducha. Revolví un poco más y encontré una caja de color celeste. Me costó sacarla de ahí, pues estaba al final del mueble pero, gracias a mi agudeza visual, supe que había más cosas que simples útiles de aseo. La caja estaba recubierta por una fina capa de polvo. Al parecer, llevaba años y años ahí escondida. Soplé y el polvo huyó de la superficie plana. Quité con los dedos de mi mano derecha el resto de los residuos y, sentada en el suelo, la abrí. Para mi sorpresa, la caja estaba a rebosar de fotos: polaroids, de papel perlado, incluso negativos. Encontré fotos más recientes y otras, antiquísimas. También pude diferencias fotos de carné, hechas en fotomatones, por lo menos había siete tiras de estas. Todas eran distintas: diferentes colores, texturas, olores, edades, personas...

Aquellas fotografías me contaban una historia que no supe entender. Empecé a sacarlas y a esparcirlas por el suelo del baño, así, las vería con más detalle. En el fondo de la caja encontré fotografía rotas, quemadas e, incluso, cortada a salvajes tijeretazos. Las tijeras también estaban guardadas en la caja, plateadas y tan relucientes que podía contemplar mi rostro cansado en una de las afiladas cuchillas. Empecé a examinar las fotos que estaban rotas. A la mayoría de ellas les faltaba una de las mitades, pude encontrar tan solo dos fotos completas, las demás a saber dónde habían ido a parar. Pude distinguir un bebé, un niño de siete u ocho años en bicicleta y a Adrián ya bastante crecidito. Supuse que todas estas figuras se trataban de él pero, no podía asegurarlo todavía.

[...]

4 comentarios:

  1. Genial, me gusta muchisimo el relato. Me encantaría leerlo entero.

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  2. Si es qe estos chicos son fantásticos. Sólo hay que dejarles que hablen ... (¡más?)... jajaja.. Enhorabuena, Nalen, por esos dos primeros comentarios, tan breves, tan categóricos. Sigue escribiendo. Deja los números y pásate a la letras... (a los papás: ¡que es broma!)

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  3. Muchas gracias por habrlo puesto! Jajaja, me alegro muchísimo de que os esté gustando. En realidad no es un relato, forma parte de una novela, o proyecto más bien, que llevo intentando escribir desde hace un tiempo, pero entre el instituto, exámenes y falta de tiempo en general hace un montón que ni la toco! Además, tengo la musa dormida ultimamente...
    Para el Profe, yo ya estoy en letras, y puras!
    Un saludo

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